Crisis en las Ideas, en la Justicia y en la Moral

“La moral es una convención privada; la decencia, una cuestión pública; toda licencia demasiado visible me ha hecho siempre el efecto de una ostentación de mala ley”, Marguerite Yourcenar.

Estos tiempos recios según la apreciación de Mario Vargas Llosa, describe la falta de ideas y con ella la profunda crisis política, económica y social que vivimos y que tiene su origen, su sustento y razón principal en la terrible crisis moral que ha corrompido vidas y conductas, ha potenciado la ambición, la deshonestidad y la inmoralidad, y ha logrado de la ley y de la constitución algo inútil porque, si bien todos la invocan, muy pocos la cumplen. Hoy asistimos a tiempos líquidos como dice Zygmunt Bauman, estos tiempos traen consigo un fuerte debilitamiento de la ética donde cada uno decide lo que se puede hacer o no se puede hacer. El fin justifica los medios. Todo parece lícito si produce poder o si produce dinero, que son los valores esenciales. Para obtenerlos se sacrifican vidas y personas, se engaña sin el menor pudor, y arropándose en una retórica pacifista y patriotera, se recurre a la violencia e incluso a la tortura para mantener el poder y la ambición.          

Desde la caída del muro de Berlín y luego de las ideas plasmadas en un libro que sirvió para adormecer aún más las ideas liberales como lo fue el Fin de la Historia de Francis Fukuyama, ha ido avanzando la crisis en las ideas de la libertad y en los procedimientos (salvo excepciones importantes).

Hay una conciencia colectiva que de manera solapada se ha ido colando por toda área cultural, empresarial, educativa y política, en los gobiernos occidentales y que la han trabajado por medio de dos mitos, el primero, el mito de nirvana,  (en palabras del doctor y poeta Héctor Ñaupari busca convencer que el socialismo es un paraíso realizable, sin costo para nadie y cualquier otra alternativa no solo es inmoral sino también inhumana), segundo, el mito de la piedad (nuevamente el doctor Ñaupari nos dice que el mito de la piedad esta dado en el socialismo que solo busca convencer sus buenas intenciones, que los demas tienen intenciones encubiertas o malas y que las consecuencias de sus acciones no importan), sumado a cuestiones e interrogantes que contemplan ansiosamente el porvenir y tienen por punto de partida dudas, decepciones, pesimismo y una desconcertante confusión en las ideas.

Con la irrupción de internet: Facebook, Instagram, YouTube, LinkedIn, Twitter etc. se vehiculizó la quiebra de muchos conceptos tradicionales, se presencia el derrumbe de viejas y casi sagradas normas morales reguladoras de la vida social y de la actividad individual, y pareciese divisarse lo inevitable, el fantasma de la disolución hecha anarquía o de la fuerza transformada en despotismo y/o totalitarismo.

Se habla mucho del abuso de ciertas ideas abstractas, fundamentales como la libertad, el deber, la justicia, la caridad, el derecho, la autoridad, la política, la ley, pero se habla poco de la realización de estas ideas, del interés general o si se prefiere del bien común, objetivo cardinal de todo gobierno porque el espíritu moderno está orientado con preferencia a cosas concretas.

T.S. Eliot dijo “Yo les mostraré el temor en un puñado de polvo”, el escritor mostraba que la gente teme a la muerte, el polvo significa el camino a ella, en el fondo uno le teme a lo desconocido, a un camino sin señales, lleno de oscuridad; lo importante es entender que el temor reside en la desesperanza, en el no saber, en la perdida.

Se vive en un medio en que la confusión de los conceptos: individuo y persona, a veces origina equívoco y en otras engendra teorías y doctrinas perturbadoras del orden social, al olvidar que en tanto la persona es principio de unidad y de pasividad, el individuo es principio de multiplicidad y de actividad.

La crisis de orden moral se extiende desde las ideas hasta las costumbres que abarcan el hogar y la patria. la crisis económica afecta el trabajo y la riqueza, todos los factores y órganos de producción, de circulación y consumo, el crédito, la moneda, los impuestos y los gastos. Como consecuencia de estas crisis se vive una inestabilidad social que subvierte, altera o desfigura los conceptos fundamentales de justicia, de fraternidad y de solidaridad humana.

La crisis política trae a la discusión nuevos conceptos para anular y sustituir regímenes de gobierno, instituciones, programas de acción pública, procedimientos y fines de organización administrativa, todo eso concurre a destacar la importancia de un estudio que se propone divulgar ideas y normas políticas morales a la vez fundamentales y directoras para animar el culto que se les debe y buscar en su ejecución las reglas permanentes de la vida social y política de la humanidad.

La nobleza de la inspiración ha de imponerse a cualquier divergencia para recoger como fruto de la misma, una bella flor de tolerancia y de justo respeto. Se debe realizar un programa de enseñanza democrática dándole como base, según el profundo pensamiento del intelectual francés Edgard Quinet, una dirección moral a todos los estamentos del gobierno.

Se ha escrito con verdad que querer el bien público no basta, que es necesario saber en qué consiste, pero aún esto no es suficiente, un corazón generoso y una inteligencia instruida deben incorporarse a las condiciones de un hombre de acción. Querer, saber, poder, son fuerzas que deben marchar juntas y al unísono.

En su libro “Culture latine et ordre social”, Monseiuer S. Gillet escribió “mientras en una sociedad organizada haya ciudadanos que no gocen de los derechos del hombre y no vivan de manera digna de la persona humana del punto de vista material, moral e intelectual y ello por culpa de la sociedad, la autoridad que tiene a su cargo la realización del bien común, faltara a su más altos deberes, los ciudadanos tendrán el derecho de recordárselo, y, en la medida de los poderes políticos que le sean conferidos, de obligarla a ello”.

El preámbulo de la Constitución Argentina declara “…promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina”. (ya hemos hablado sobre la constitución, en otro artículo, https://contemplatiosocial.wordpress.com/2021/07/21/la-influencia-de-la-constitucion-norteamericana/ )

La constitución como carta magna nos habla de promover no de proveer, al asegurarnos los beneficios de la libertad nos lleva al derecho natural, y con ello a la moral y a la justicia. Pero en Hispanoamérica en general tras sus 200 años de existencia como región que reclama libertad para sí, los apremios de estos últimos 20 años llevan a los ciudadanos ante la angustia de la inteligencia apremiada por la multiplicidad de los graves problemas que la abruman y por las energías y luces que se le exigen.

Acudimos al sentimiento, que nos auxilie en la difícil tarea de pensar y discernir dentro de sus leyes para pretender el posible acierto que nos guie y dirija las acciones humanas hacia la ansiada perfectibilidad del progreso y de la paz.

¿Por qué se aborda estos temas? Después de la vida, la libertad es nuestro derecho más preciado, hablar de libertad es hablar también de democracia. No podemos vivir en democracia sino vivimos en libertad, pero la democracia se debilita y se transforma en una caricatura cuando la justicia ha perdido su horizonte.

Libertad, moral y justicia son valores que debemos empoderarlos nuevamente. Rawls nos da una perspectiva significativa sobre su rol, pero ¿qué sucede cuando lo más injusto parte de la propia justicia? Estos más de 16 meses de cuarentena que ha vivido la región ha expuesto las miserias, en la mayoría de los casos, del poder ejecutivo, legislativo y judicial, su atropello constante a la constitución, su viraje al totalitarismo, su servilismo y complicidad a otro poder, y por ultimo su lenidad funcionaria y fallos muy discutibles.

En el ámbito moral, estos tres poderes caminaron en la mayoría de los casos por la vereda de enfrente, y lo que entiende el ciudadano de a pie es que están muy lejos de la sociedad a la que deben servir. Parece ser que la política y los sistemas legislativo, judicial y ejecutivo se han olvidado de la justicia y la moral.

Alexander Hamilton, padre fundador de los Estados Unidos, declaró “No hay libertad si el poder de la justicia no está separado de los poderes legislativo y ejecutivo, la libertad no tendrá nada que temer de la judicatura sola, pero si tendrá todo que temer de la unión de esta con cualquier de los otros poderes”.

El tema de la injusticia no tiene nada que ver con la idea de Popper sobre el “irracionalismo del ser humano primitivo que anida en el fondo más secreto de todos los civilizados”, no hablamos de un espíritu tribal como habla Mario Vargas Llosa en su libro “La llamada de la tribu”, ni tampoco de un “Gen Egoísta” como lo describe Dawkin, sino sencilla y llanamente de Inmoralidad.

Hoy la moralidad y la justicia son valores, son ideas centrales y también una utopía. Seneca manifestó “nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía” y una justicia tardía es también inmoral.

Debemos conceder el mayor valor a la libertad, pero no debemos desvalorizar la igualdad y para que esto tenga razón de ser, el valor que será unión de estos valores es la justicia, así como lo menciona Rawls, la dinámica de esta unión se da con el valor moral.

El ideal de un buen ciudadano en democracia es el inconformismo, nunca debemos conformarnos con aquello que tenemos. La justica, las ideas y la moral deben ser parte del progreso.

Aristóteles dijo “Pues, así como el ser humano, cuando alcanza su perfección es el mejor de los animales, fuera de la ley y la justicia es el peor de todos”. Citando a Galeano “al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, y esto sucede por las personas, solo cambiamos de verdad cuando nos damos cuenta de las consecuencias de no hacerlo.

Hoy debemos observar que nos dejamos gobernar por los mismos de siempre, solo cambia las caretas. la sociedad tiene miedo como el polvo a la muerte, no hay mayor insensatez que creer que ya no se puede hacer nada, no se trata de lamentarnos, se trata de evolucionar y seguir creciendo, se trata de alimentar la justicia con moralidad, se trata en suma de madurar.

Juca Fevel

Bibliografía.

El fin de la historia de Francis Fukuyama

Poema la Tierra baldía de T.S Eliot.

La influencia de la constitución norteamericana en contemplatiosocial.wordpress.com

Filosofía de la historia de Francia de Edgard Quinet

La justicia como equidad de John Rawls

Culture latine et ordre social (Cultura latina y orden social) de Monseiuer S. Gillet

Charla a través de contemplatio social con  Hector Ñaupari

La Sociedad abierta y sus enemigos de Karl R. Popper.

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