Borges la pluma y la libertad

“…yo me definiría como un inofensivo anarquista, es decir, un hombre que quiere un mínimo de gobierno y un máximo de individuo” Jorge Luis Borges

Así respondía Borges a la pregunta sobre su posición política, que más bien es su posición ante el estado.

El poder de la palabra se ha convertido en la médula de lo que hoy se conoce como batalla cultural. Unamuno, el escritor español decía “La sangre de mi espíritu es mi lengua y mi patria es allí donde resuene soberano su verbo”. Y es que, el lenguaje es más que un mero instrumento para compartir información, pensar, es elaborar un enunciado lógico, y para elaborarlo necesitamos la materia prima del lenguaje: las palabras. Jorge Luis Borges usó el lenguaje como una herramienta que no solo trasmitió sensaciones, pensamientos sino que  modificó y aun modifica la visión de los otros.

Tradicionalmente en América latina la difusión de la cultura de la libertad a través de la literatura se relaciona con los premios nobel de literatura Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, junto a ellos la figura de Jorge Luis Borges se levanta hasta formar una especie de tridente literato en el pensamiento libertario.

La visión política de Borges ha sido y sigue siendo un asunto de discusión, hay estudios de gran importancia que nos dan luz y conocimiento sobre este tema, entre ellos sobresalen “Borges, Paz, Vargas Llosa: Literatura y libertad latinoamericana” Por Héctor Ñaupari, Carlos Sabino Y Martin Krause, “La filosofía política de Jorge Luis Borges” por Adamis Ruiz, “La filosofía política de Jorge Luis Borges” por Martin Krause, “Jorge Luis Borges” por Luis Savater, “ La filosofía en Borges” por Juan Nuño.

Doña Leonor Acevedo, madre de Jorge Luis Borges, era una mujer fuerte que dedicó su vida a la protección de su hijo ciego. Borges la quiso tanto que llegó a decir que sentía no haber sido feliz no por sí mismo, sino por su madre, que hubiera deseado ser feliz para que ella también lo fuese.

En cambio su padre, don Jorge Guillermo, fue una figura distante, era modesto y discreto que, en palabras de su hijo, hubiera deseado ser invisible. Pero fue don Jorge Guillermo el que esculpió la personalidad de su hijo, quien le reveló los secretos de la filosofía, le abrió la puerta del mundo de las letras, le transmitió la lengua de Shakespeare y John Milton y, sobre todo, lo educó para la libertad.

A Jorge Luis Borges le gustaba recordar que su padre se consideraba un anarquista filosófico o intelectual a la manera de Herbert Spencer. “Mi padre era anarquista. Él me dijo que me fijara en las banderas, en las fronteras, en los distintos colores de los diversos países de los mapas, en los uniformes, en las iglesias, porque todo eso iba a desaparecer cuando el planeta fuera uno y hubiera simplemente un gobierno municipal o policial, o quizá ninguno si la gente fuera suficientemente civilizada. Él creía que esa utopía estaba esperándonos; ahora no se nota ningún síntoma, pero quizás a la larga tenga razón”.

Borges aprendió de su padre que la principal amenaza para la libertad no era la tiranía, sino la alienación, la negación de la individualidad y su anulación. Por eso Borges nunca se tomó demasiado en serio esas instituciones que tienden a encuadrar a la persona, a cuadricular su existencia y pensamiento. Borges pasó su niñez escuchando estas ideas aunque su padre nunca se propuso la tarea de adoctrinarlo.  Pasaban más tiempo hablando de libros o de filosofía. Resulta conmovedor repasar alguna vieja entrevista para oír a Borges, ya anciano, contar cómo su padre le enseñaba, siendo niño, las paradojas de Zenón con un tablero de ajedrez.

Borges fue educado para la libertad y para el individualismo. Se le enseñó que las personas tienen el derecho a discrepar de una verdad, la verdad oficialmente impuesta. Y se le enseñó a desconfiar de las intromisiones del Estado en las vidas privadas, uno de los tradicionales vicios de la izquierda desde sus orígenes.

En el Libro Borges y yo encontramos este comentario de Jorge Luis Borges “Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico”. Este es el Borges que no todos conocen, es el Borges que se encuentra a sí mismo, que se ve más allá de ese culto a su persona.

Borges fue el escritor consagrado, el políglota Homero de la Postmodernidad, conferenciante de la Kábala y de literaturas escandinavas medievales, el coleccionista de doctorados honoris causa quien nos decía, “El más urgente de los problemas de nuestra época es la gradual intromisión del estado, en los actos del individuo, (como lo hizo Herbert Spencer) en la lucha contra ese mal, cuyos nombres son comunismo, nazismo, el individualismo argentino, acaso inútil o perjudicial hasta ahora, encontrara justificación y deberes”

Borges, coincide en el tiempo  en que ser escritor de fama mundial era ser un activista político de izquierda, un furioso antiestadounidense y por supuesto, el ser un campeón de las libertades eran una y la misma cosa. Pero Borges no obedece a ninguno de los perfiles que podemos rememorar como García Márquez, Carpentier, Cortázar o incluso Ernesto Sábato, su compatriota comprometido con los Derechos Humanos. Borges no fue nunca una de estas estrellas del firmamento político-literario, ni el estandarte enarbolado por ninguna corriente ideológica.

El compromiso de Borges con la libertad fue inquebrantable y sólido, Borges aceptó un premio otorgado por Pinochet (lo que le costó el premio nobel), pero luego fue un luchador de los totalitarismos y se acercó al liberalismo, especialmente al de Herber Spencer por influencia filosófica e ideológica de su padre. Esta última posición también atravesó su obra literaria “tu masa de oprimidos y de parias –le contesté – no es más que una abstracción. Solo los individuos existen”.  “¿Qué sucedió con los gobiernos?…Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a  elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el plantea los acataba. La prensa dejo de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos, algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos, la realidad sin duda habrá sido más compleja que este resumen”.

En el texto ·arte poética” perteneciente a El hacedor, libro del poeta destaca dos versos

“A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara”.

“el arte debe ser como ese espejo. Que nos revela nuestra propia cara”. La literatura, arte verbal por excelencia, tiene en la propuesta borgiana el rostro de la apropiación imaginativa del mundo como palabra, un inmenso texto que resuena en el lector cual eco de vidas e ideas de muy diversas culturas pasadas y presentes.

Para Borges la verdad era solo una ficción más, no era un científico ni un filósofo, era un escritor, un escritor de la modernidad que puso en duda las certezas de todos los campos, el político incluido tal como se evidencia en sus afirmaciones sobre el peligro de los nacionalismos y de la progresiva intervención del estado en la vida de los individuos.

La literatura no es espejo de la realidad, la constituye, no se crea en el aire sino sobre las líneas de otros poetas, novelistas, cuentistas, ensayistas. Borges deslumbró a filósofos como Michel Foucault con sus disquisiciones ensayísticas y cuentos en los que la realidad y el conocimiento no tenían más verdad que un mito o una biblioteca. Escribió Ficciones y El Aleph en los años cuarenta del siglo pasado, libros esenciales para la literatura mundial cuya influencia perdurable vive en todo hombre y mujer que se plantea la vocación de escritor como un reto imaginativo, no como una trascripción de la experiencia inmediata.

Para los que inspirados en el liberalismo político pensamos en la posibilidad como diría el crítico literario estadounidense Lionel Trilling, de “una vida plena, libre y racionalmente dirigida, las emociones y la imaginación tienen que tener un lugar central porque abren la puerta a la ruptura, a la interrogación y la emergencia de lo nuevo”.

Leer a Borges es darle entrada a una de las imaginaciones más libres de la contemporaneidad, es un reto, pero por sobre todo, un camino novedoso que nos hace meditar en una universalidad que se construye desde la interculturalidad y la apropiación, no desde la afirmación acrítica de nuestro propio entorno, valores y cultura.

“todos somos esclavos de la democracia”, “Creo en el individuo no en el Estado”

“Yo creo que el libre albedrío es una ilusión necesaria, yo acepto que no existe el libre albedrío. Pero necesitamos esa convicción de algo,… tenemos que pensar que elegimos. Posiblemente seamos piezas, pero tenemos que pensar que somos los jugadores que mueven esas piezas. Y recuerdo una frase de William James, que dijo que él había vacilado mucho tiempo, él estaba muy enfermo, no sabía qué pensar y luego él tomó la decisión de creer en el libre albedrío y ese acto, dice, de creer en el libre albedrío, fue mi primer acto de libre albedrío. Y quizá la ética requiera que creamos en el libre albedrío, porque, bueno, si nos mueven no podemos ser culpables, no merecemos, desde luego, castigos ni recompensas. Hay un placer en la escritura casi igual al incomparable placer de la lectura”.

Al regresar a su Buenos Aires natal, conoce el peronismo. El peronismo fue para Borges especialmente odioso, porque entre otras cosas, encarceló a varios de sus familiares y lo humilló públicamente obligándolo a renunciar a su trabajo en la biblioteca pública municipal Miguel Cané.

El Borges político entonces ya cercano al conservadurismo y ávido de esperanzas en cambio aplaude la revolución libertadora que derroca a Juan Domingo Perón y que por motivo menos literarios que políticos, le brinda lo que para él fue un honor especial, ser encargado de dirigir la biblioteca nacional de su país, pero no todo es como espera, ya que la revolución degenera en otra dictadura y en gobiernos más represivos.

El prólogo que escribe a su libro de poesía La moneda de hierro (1976) marca el inicio de una serie de declaraciones que irán moldeando la figura de Borges maduro, de un Borges menos emocional y más racional, menos pragmático y más ético. En él, el poeta plasmó su visión  de la democracia como un sistema que vulnera los derechos individuales de las minorías al “abusar de la estadística”.

En un discurso de agradecimiento Borges en la revista Sur dijo cosas tan rotundas como la siguiente: “Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez… Combatir esas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor”.

Borges ha retomado aquel influjo prematuro que alguna vez tuvo de su padre, ese hombre predicador de un fuerte individualismo y de un anarquismo filosófico basado en la obra de Herber Spencer.

Tal acercamiento a una filosofía radicalmente libertaria fue declarada públicamente en entrevistas realizadas en los últimos años de su vida y en las cuales explica, entre otras cosas, que descree de los gobiernos que aboga por la desaparición paulatina del estado, que es incapaz de comprender por qué la gente se niega a ser libre y parece gozar con las regulaciones impuestas por las autoridades, que se considera en suma , un viejo y moderno anarquista individualista de corte espenceriano, pero eso no es todo, además, y esto es quizá más llamativo, tal anarquismo puede entreverse en su obra literaria.

En estos años de madurez se encuentra con nuevas realidades y conoce el mormonismo, viaja dos veces al estado de Utah, y comenta que pudo en su momento conocer sobre el Libro de Mormón y algunos de sus personajes. Consideraba fascinante el estilo de vida de la sociedad mormona.

En el oro de los tigres (1972) escribe un poema titulado Tu, que, tal como atinadamente ha advertido Krause (2008) parece estar inspirado en el individualismo metodológico (uno de los rasgos que define la escuela austriaca), de igual manera, en su penúltimo libro de cuentos El libro de arena (1975) la filosofía individualista, libertaria y anarquista es introducida en varios de sus cuentos.

Lejos de parecer interpretaciones subjetivas y con mero carácter conjetural, afirmaciones como estas resultan de indudable veracidad, ya que el propio Borges hace saber sus deseos de abolición del estado y de la plena libertad individual expresados en los personajes de sus cuentos corresponden son sus deseos reales (entrevista concedida a la tv española en el programa Encuentros con las letras 1978) y otra entrevista concedida a Joaquín Soler Serrano en 1980.

Jorge Luis Borges nunca escribió sobre política, lejos de ello se negaba a hablar del tema, no era un experto ni pretendía serlo, tampoco quería convertir su literatura artística y muy bien lograda a nivel estético en mero periodismo, se rehusaba convertir las ficciones en ensayos sobre las realidades sociopolíticas de su entorno y a emplear la poesía como forma de protesta contra ellas, sus posturas nos llegan principalmente a través de declaraciones en entrevistas y por medio de los mensajes que de forma muy indirecta (salvo en sus últimos años de vida) permite entrever en sus obras. Fue un hombre íntegro, ético, acaso muy tímido en el plano ideológico. Sus afirmaciones en contra del crecimiento del estado y sus reiteradas quejas acerca de los abusos de poder fueron teniendo una mayor frecuencia y solidez a medida que envejecía.

“Cuando se acerca el fin -escribió Joseph Cartaphilus, él que fue Homero, y que fue también el tribuno Marco Flaminio Rufo en El inmortal, acaso su mejor cuento– ya no quedan imágenes del recuerdo; sólo quedan palabras”.

Juca Fevel

Bibliografía

Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari: Reencuentro. Diálogos inéditos, Editorial sudamericana 2001, p. 150.

Borges, Jorge Luis El otro, Libro de arena

Revista de Instituciones, Ideas y Mercados Nº 62-63 | Mayo-Octubre 2015 | pp. 207-229 | ISSN 1852-5970

Jorge Luis Borgues, una conversación con el Público, en Eseade.

Borges, Jorge Luis, Utopía de hombre que está cansado, libro de arena.

Jorge Luis Borges; Nuestro pobre individualismo, obras completas II, Emece editores, Barcelona, 1996, pag 37.

Borges y Yo, Jorge Luis Borges Editores Alloni / proa.

Jorge Luis Borges, un hombre liberal, por Andrea Rondón García, Gisela Kozak, Ricardo Connett. Ediciones Cedice Libertad

Borges y la Libertad por Alberto Hernández Moreno.

Entre la libertad y el liberalismo | Babelia | EL PAÍS

Estado débil, individuo fuerte: la ideología que militó Jorge Luis Borges – Visión Liberal, 27 de agosto 2020

La libertad en tres cuentos de Jorge Luis Borges:

Lionel Trilling, Introducción de la imaginación liberal, ensayos sobre literatura y sociedad

“El otro”, “Deutsches Requiem” y “Utopía de un hombre que está cansado” Pontifica Universidad Católica del Ecuador  Sylvia Gomez Bowen.

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