INTERPRETACIÓN  SOCIOLÓGICA  DEL  LENGUAJE  EN LA BATALLA  CULTURAL III

En esta nueva realidad que vivimos, una sociedad liquida, desbordada, exigente de derechos y cuasi ociosa, una sociedad con demasiado ruido a tal punto que no oímos, ni vemos y menos nos comunicamos solo transportamos información.

Las costumbres, aquellas que nos daban cierto anclaje  e identidad como sociedad hoy se van trasmutando hacia la anomia, hacia la corrupción, hacia una sociedad inmaterial y hacia un poder ilimitado.

La coacción pública, la censura, la cancelación quieren modelar las nuevas costumbres. La pregunta es ¿hacia dónde nos lleva este nuevo camino? La respuesta es, que vamos en dirección a la impunidad, abrazando la crisis de valores,  perdiendo nuestra  identidad, en el que el individuo pierde su poder e influencia sobre la comunidad, por lo tanto la tribu es todo y la razón se ha oscurecido y la voluntad se ha debilitado.

Vemos diariamente como se viola libremente la ley sin castigo con una condición tiene que ser en manada, en tribu, ahora bien, si un individuo viola la ley, es bastante probable que sea condenado por quebrantar la ley, pero, como recién comentamos si se comete en manada la sensación es impunidad. Aun recordamos la toma de comisarias, al gordo montero en el día que arrojaron toneladas de piedras en la plaza del congreso argentino, la quema de la selva, las roturas de los silobolsas, las pintadas en la catedral y podemos seguir…

Se pierde el sentido de la verdad, se opina que no hay violencia si no hay muertos,  ejercer  violencia significa hacer una coacción ilegal contra otra persona.

Esto se está volviendo cultural y no solo política, si estaciono mi coche en doble mano o en una avenida es seguro que tendré una multa,  pero si hay un piquete los micros escolares copan las avenidas y se estacionan en doble mano obstaculizando a los otros conductores, no pasa nada, es más, en algunas ocasiones la policía protege dicho accionar.

Así, de esta manera comienza a morir cualquier intento de democracia, porque ella no puede vivir sin ley, llega un momento en que cada grupo, cada tribu, cada facción cree tener el derecho a todo lo que deseen  y habrá algún grupo que se levantará contra la democracia pretendiendo imponer un nuevo orden (ya lo vivimos en la década del 70 y los 80  en nuestros países americanos).

La costumbre, aquello que nos da el cimiento, hoy está en signo de pregunta, entonces cabe la pena examinar si las buenas costumbres son aquellas necesarias para poder vivir en libertad, sin esas costumbres será posible vivir en una sociedad política, económicamente y filosóficamente libre.

Un concepto básico que debemos reconocer de la costumbre es que interiorizan en la sociedad  la norma, la interiorización de la norma hace que los individuos no violen la ley, aunque no haya un policía, nunca habrá suficientes policías, al fin de cuenta la ley no debe negociarse.

Otra característica que tiene la cultura (liberal) es la tolerancia, en relación con el pluralismo y el respeto a la diferencia, al que piensa diferente y actúa  de modo  diferente en ciertos campos de la vida social del individuo, (a diferencia del pensamiento colectivista) no puede existir unanimidad en una sociedad, ya que como individuos todos somos diferentes, tiene que haber valores básicos y junto a ello debe haber espacios  donde se cultive las diferencias.

La costumbre del trabajo es algo esencial en una sociedad libre, cada individuo debe recordar que es responsable de su destino y eso, solo se puede conseguir mediante la cultura del trabajo cuyo resultado es la autosuficiencia.

El régimen clientelar que manipulan los gobiernos progresistas, de izquierda y  totalitarios están basados en la mentira, se apropian de las buenas ideas e intenciones, lo oscurecen y a través de ella esclavizan al individuo, por ejemplo: “Plan trabajar”,  son para gente que no trabaja, debería llamarse impuesto al desempleado para que siga así. Vivir permanentemente en la mentira es algo que destruye la cultura de la verdad en la sociedad, estos planes sencillamente son clientelismo político, no planes sociales.

Una sociedad económicamente libre  necesita una cultura de la creatividad, del emprendimiento, del trabajo.

Otra costumbre de una sociedad libre es que tiene un espíritu de servicio público que nace desde el individuo y que no es impuesto por algún gobierno, y más aún, ese espíritu de vocación humanitaria se destruye cuando hay carencia de ejemplaridad o las acciones humanitarias tienen un fondo político.

Otra costumbre de una sociedad que busca vivir en libertad es la solidaridad, esta es una costumbre en el interior de la persona que se puede trasmitir mediante el servicio y el ejemplo y que indudablemente es de carácter privativo, no es una imposición del estado.  Lo cierto es que Albert Einstein tenía razón al decir  “Aquellos que tienen el privilegio de saber tienen la obligación de actuar”,  toda acción incluyendo la solidaria incluye también una respuesta.

Otra característica del pensamiento libre es la educación y entendemos que la educación no significa instrucción, la educación no es trasmitir conocimientos sino inspirar buenas costumbres, amabilidad, civismo, hay gente que puede ser muy instruida con muchos conocimientos pero muy mal educada, ¿Qué significa buena costumbre? Una buena costumbre significa realizar el bien y esta  es una buena actitud convertida en hábito.

Otra característica de la tradición de un pueblo es el fundamento religioso, las personas y familias van difundiendo un sistema de creencias acompañadas de normas morales que cimientan el bien y el deseo de que  se ejemplifique, que se transmita de una generación a otra,  ante quien se tiene que hacer. A esto se le conoce por tradición de un país.

Tradición viene del latín tradere, que es entregar, es lo que yo recibo y entrego.  Las buenas tradiciones de un país son vivas y generan esperanzas.

En conclusión, una educación que no forma el carácter es una educación que no sirve para una sociedad libre.  Querer construir una sociedad libre sin una cultura  que sea congruente con la libertad y la igualdad ante la ley y sus responsabilidades será imposible e indefectiblemente conducirá a una anarquía o a un sistema autoritario.

Desde el regreso de la democracia ya más de 30 años las estructuras de gobierno de las sociedad latinoamericanas están basadas en populismo y  autoritarismo, no nos hemos dado cuenta de hasta qué punto nuestra cultura no es la adecuada para vivir en libertad.

Cuando el lenguaje es trastocado y naturalizamos esos  vicios, el lenguaje se convierte en una poderosa arma no solo para influir en la opinión pública sino deformaría la realidad social, y cultural, cuando uno está sometido a la irracionalidad constante pierde la esperanza y tiene ganas de irse del país donde reine la racionalidad y la ley sea igual para todos,  cuando la ley se cumple para los más débiles y mire al otro lado con los poderosos políticos o los empresarios ligados al poder, cuando un país se empobrece día a día pero el gasto publico aumenta de forma constante, esos hechos para la cultura es mortal. Esto es lo que corrompe la relación entre la dirigencia y la ciudadanía la falta de racionalidad en el discurso y en el comportamiento. He allí la importancia de la cultura, del lenguaje y de la filosofía.

Juca Fevel

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