¿Estado presente o un estado liberal?

Constantemente las personas buscan previsibilidad en su realidad diaria, lo que significa seguridad jurídica, seguridad en el trabajo en la propiedad, en la vida y garantía de sus mejores intereses en el quehacer de sus acciones para lograr la autosuficiencia personal.

Es el estado el que debe darle esta previsibilidad. Entonces una de las utilidades más importante que el estado brinda a la sociedad es protegerla.

En otras épocas, cuando la política era diferente, la moral social quiso ser un freno al poder desmedido de los gobernantes, pero en historias más lejanas los estados (poder y política) iban a la guerra con el propósito expreso de arrebatar los territorios y las riquezas que confiscaban  a los vencidos, (significando mas gloria para el vencedor), detrás de ello estaba más el propósito complementario de llevar la civilización a la barbarie, Napoleón es un claro ejemplo de ello, tratando de imponer a sus víctimas los beneficios de la «libertad, la hermandad y la fraternidad».

Eso ya no es popular hoy en día: las guerras ahora se libran para proteger a los países de los agresores, que es como cada lado se llama al otro. Sin embargo, sigue siendo necesario que el vencedor amplíe su territorio explotable a expensas del conquistado.

Pero lo que queremos discutir del estado no son los fines de las guerras o sus causas o cómo evitarlas, nos interesan los efectos socio económicos. ¿Hay más o menos en la despensa del ama de casa gracias a esta gloriosa aventura? ¿La sociedad alcanza abundancia o vive en la escasez? ¿Cuáles son los beneficios de la protección patrocinada por el estado?

Por otro lado, la agenda pública de la mayoría de nuestros países occidentales se encuentra desbordada por una serie de cuestiones que vienen acumulándose en forma  lenta, pero sin pausa, desde hace algunos años. Desempleo, recesión, intento de integración regional, bajo nivel educación, depreciación  de la política, crisis social –entre tantos otros problemas públicos– hoy tienen un espacio ganado en la agenda pública.

No obstante, en los últimos años, de manera novedosa fue apareciendo en el primer nivel de la atención pública: la seguridad. En algunos de nuestros países (especialmente hispanoamericanos) donde los estándares de seguridad eran similares  a los de los estados europeos, la inseguridad como problema público que reclama una política específica por parte del Estado para resolverlo era algo ajeno y hasta desconocido. En el  reciente tiempo, la violencia y el desorden público tenían que ver más con cuestiones políticas, y menos con fenómenos criminales.

Por otra parte, la agenda pública en la mayoría de nuestros países occidentales se encuentra desbordada por una serie de problemas que se han ido acumulando lenta pero ininterrumpidamente a lo largo de los años. El desempleo, la recesión económica, los intentos de integración regional, los bajos niveles de educación, el hundimiento de la política, la crisis social y muchos otros problemas públicos ocupan un lugar destacado en la agenda ciudadana.

En los últimos años, ha emergido en el primer nivel de preocupación pública: la seguridad. En algunos de nuestros países (especialmente los hispanos), donde los estándares de seguridad eran a los de los estados europeos, la inseguridad como problema público que reclame una política específica por parte del Estado para resolverlo era algo ajeno y hasta desconocido. En el pasado reciente, la violencia y el desorden público tenían que ver más con cuestiones políticas, y menos con fenómenos criminales

Debemos como sociedad entender que el estado esta fracasando en su labor de seguridad, por lo tanto se debe buscar otra forma de ver el mundo, cambiar el paradigma, esa otra forma de ver el mundo.

Otra forma de mirar el mundo es buscar un país donde las personas actúen de acuerdo a la razón y el sentido del deber. El orden del Estado se basa no tanto en su obediencia y temor a las sanciones como en el sentido del deber de los ciudadanos y su disposición a comportarse de tal manera que “las máximas que guían sus acciones sirvan a los Principios Generales de la “Legislación”.

No hay menos orden sino menos coacción,  la libertad es el orden. El fin no justificara los medios.

Para que una sociedad sea libre, son necesarias y suficientes un número de reglas generales limitadas, el reconocimiento de los derechos de propiedad, la libertad contractual y el ejercicio de la responsabilidad, posibilitados por la previa determinación de los derechos de propiedad.

Desde el momento en que se definen los derechos de una sociedad, es más fácil para todos prever las consecuencias de las acciones propias y ajenas, y por ello, la definición de los derechos de propiedad es la base del orden social.

A un político no se le juzgará por su elocuencia, sino por su capacidad para resolver problemas. En lugar de premiar la capacidad de eludir las reglas del juego, los ciudadanos recompensarán el esfuerzo por seguirlas. El liberalismo es, como dijo Ortega y Gaset, «la solución más noble que ha soñado este planeta». Una sociedad libre es la única sociedad compatible con la dignidad humana

Juca Fevel

Un comentario

  1. Me gusta el artículo de Júcar Fevel..
    Comparto sus expresiones…
    Pero entiendo que es un enfoque acotado a «lo interno» del Objeto de Análisis…y está perfecto, según sus referencias..
    Actualmente no se puede soslayar abordar sin un enfoque «sistémico».

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